Rupturas

Alín Cid Fleitas
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…Y el amor después del amor después del amor después del amor… He pasado todo el día repitiendo esa parte de la canción ¿Qué habrá después del amor?

La ciudad está desierta. La llovizna fría impide que la gente salga a estas horas de la noche. En Sri Lanka una niña huérfana no sabe cómo hacer para detener la sangre que sale de entre sus piernas. Una famosa actriz de Hollywood donó un millón de dólares para los huérfanos de la catástrofe, pero se le olvidó explicar, en caso que sucediera, cómo ayudar a esa niñita con su sangrar ocasional. Me cuestiono los hechos de mi vida: ¿Si las cosas hubieran sido distintas, yo estaría mejor o peor? El viento arrecia. La sombrilla se vuelve inútil. No me importa; a estas alturas ya nada importa. De todas maneras en Tokyo no lo entienden y seguirán comprando el agua de beber, a pesar de los procesos de higienización, y ya quedó claro que el agua del grifo es limpia pero la de la tienda es para tomar. En Sarajevo defecan en letrinas. El acto se hace más corto, la posición lo propicia.

Yo tampoco sabía qué hacer cuando me enteré, si buscarla y decirle que su amor me hizo cuestionar todas las leyes de la razón, o intentar olvidarla. La luz de su casa está encendida; hay un auto parqueado fuera. En el suroeste de Etiopía ha muerto un Konso ilustre; su imagen se tallará en madera y será clavada en la tierra. Los konsos aún tallan para sus héroes. Durante un tiempo el cuerpo se guardará embalsamado en miel y mantequilla, y se enterrará el día en que sea erigida su estatua. Mientras tanto los helicópteros sobrevuelan las calles de São Paulo, para vigilar el tráfico y asegurar el orden. Entonces es ahí donde me pregunto si ella fue feliz conmigo todos estos años, y la maldigo, aunque reconozco que soy capaz de hacer cualquier cosa por ella.

Pero nadie sabe de esto, y un grupo de científicos de la Universidad de Leipzig sueñan con estar en dos lugares al mismo tiempo, revisan los apuntes de Schrödinger y vuelven sobre pretenciosas ecuaciones para valorar posibles tele-transportaciones en los próximos decenios. Toco la puerta. Me abre un hombre desconocido. Qué estúpido fui. No lo quise creer cuando me lo dijeron pues pensé que no era cierto, pero ahí estaba la prueba frente a mí, tratándome como a un extraño, llamándola a ella para decirle que la buscaba un tipo, que hasta ayer era su marido y ahora un desconocido que tocaba a la puerta a las doce de la noche bajo la lluvia.

La contaminación hace de Norilsk una ciudad no apta para vivir. Situada en el norte de la Siberia, sus habitantes producen el noventa por ciento del paladio mundial. Las chimeneas de sus fábricas escupen millones de toneladas de dióxido de azufre. Cáncer de piel y asma son las dolencias más comunes entre sus habitantes. En Ilesha le cortan el clítoris a las niñas. Es una costumbre milenaria, algunas no logran sobrevivir a la infección.

Me enjuago la sangre. Costó trabajo matarlo. Tuve que apuñalarlo hasta que dejó de moverse. Ella aún respira, el golpe la dejó inconsciente. Presiono con mis manos sobre su boca e impido que el aire entre. Mejor así, no quiero hacerle daño y que su cuerpo quede como el de él. Afuera ha escampado …Y el amor después del amor después del amor después del amor… ¿Qué habrá después del amor?

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