Armando Bartra
“Lo sabemos todo acerca de la catástrofe ecológica, pero de algún modo no creemos que vaya a ocurrir realmente”, escribió Slavoj Zizek. Y, efectivamente, hace ya cinco años que el Panel Internacional para el Cambio Climático anunció el acabose y no nos cae el veinte. Se escribe del desbarajuste, sí, pero cada cual sobre su crisis: ambiental, económica, energética… y poco sobre el ominoso conjunto. Sirvan estas tesis epigramáticas para compensar en algo la falencia. La Gran Crisis (GC) bien vale un decálogo.
1. La Gran Crisis es una y múltiple. Entrevero de cambio climático, recesión económica, encrucijada energética, incremento de la pobreza y exclusión, descrédito de la política, anomia social, pandemias, éxodos, guerras. Debacle global cuya virulencia aumenta porque sus dimensiones tienen el mismo origen y se retroalimentan.
2. La Gran Crisis es de época, no de coyuntura, pues en ella confluyen el agotamiento del modelo neoliberal de desarrollo, del sistema económico capitalista y del orden civilizatorio urbano-industrial en una turbulencia prolongada con ocasionales recuperaciones seguidas de recaídas más profundas.
3. La Gran Crisis resulta de la degradación y escasez de las condiciones naturales y sociales de la existencia humana. Enrarecimiento de los recursos vitales como saldo del ancestral conflicto hombre-naturaleza y hombre-hombre que el capitalismo enconó de manera exponencial.
4. La Gran Crisis la provoca el capital al tratar como mercancías el dinero, al hombre y a la naturaleza. La especulación con el dinero genera periódicas contradicciones internas del sistema económico que frenan la acumulación, mientras que al ponerle precio al hombre y a la naturaleza se ocasiona una contradicción externa que fractura el orden civilizatorio.
5. La Gran Crisis se gestó a raíz del vuelco histórico por el que transitamos de sociedades con mercado que regulaban producción e intercambio, a sociedades para el mercado donde la economía priva sobre los hombres, el valor de cambio sobre el de uso, el trabajo muerto sobre el vivo y las cosas sobre las personas.
6. La Gran Crisis remite a la explotación del trabajo y la desigualdad económica, pero también a la opresión y ninguneo asociados con género, edad, etnia, creencias,elección sexual, apariencia. Es un envilecimiento abarcador, que carcome tanto el orden material como el espiritual y se extiende de la producción económica a la reproducción social, de la jornada laboral al tiempo libre, de la vida pública a la privada, de la vigilia al sueño.
7. La Gran Crisis marca el fin del prometeísmo providencialista: una forma de ser en el tiempo que situó el motor de la historia en el desarrollo presuntamente lineal y ascendente de la potencia productiva. Se trata de un determinismo finalista común al capitalismo y al socialismo que satanizó el pasado, fetichizó el futuro y nos unció al progreso como bueyes a una carreta.
8. La Gran Crisis invalida la presunción de que el porvenir nos depara un mundo de sabiduría total y abundancia ilimitada donde seremos libres, justos, fraternos y felices. Promesa que soslaya evidencias duras: que la ignorancia crece a la par que el conocimiento y el egoísmo cunde también entre los ahítos, mientras que se puede ser sabio con incertidumbres, solidario en la penuria y satisfecho en la austeridad.
9. La Gran Crisis es el acabose de la modernidad y no un tropiezo más en el curso de la modernización. El derrumbe general de un orden desencantado que ve superstición en las experiencias extáticas resultantes de nuestra apropiación intuitiva del cosmos; de un orden racionalista que rinde culto al pensamiento técnico, económico y administrativo de carácter instrumental; de un orden prosaico que subestima el poder de la imaginación y la poesía.
10. La Gran Crisis somos todos. Hay crisis no porque crujen estructuras e instituciones, sino por la acción de sujetos colectivos que asumen el magno descalabro como amenaza y desafío. Hay crisis porque somos capaces de negar y trascender lo que nos niega. Hay crisis porque hay esperanza.
1. La Gran Crisis es una y múltiple. Entrevero de cambio climático, recesión económica, encrucijada energética, incremento de la pobreza y exclusión, descrédito de la política, anomia social, pandemias, éxodos, guerras. Debacle global cuya virulencia aumenta porque sus dimensiones tienen el mismo origen y se retroalimentan.
2. La Gran Crisis es de época, no de coyuntura, pues en ella confluyen el agotamiento del modelo neoliberal de desarrollo, del sistema económico capitalista y del orden civilizatorio urbano-industrial en una turbulencia prolongada con ocasionales recuperaciones seguidas de recaídas más profundas.
3. La Gran Crisis resulta de la degradación y escasez de las condiciones naturales y sociales de la existencia humana. Enrarecimiento de los recursos vitales como saldo del ancestral conflicto hombre-naturaleza y hombre-hombre que el capitalismo enconó de manera exponencial.
4. La Gran Crisis la provoca el capital al tratar como mercancías el dinero, al hombre y a la naturaleza. La especulación con el dinero genera periódicas contradicciones internas del sistema económico que frenan la acumulación, mientras que al ponerle precio al hombre y a la naturaleza se ocasiona una contradicción externa que fractura el orden civilizatorio.
5. La Gran Crisis se gestó a raíz del vuelco histórico por el que transitamos de sociedades con mercado que regulaban producción e intercambio, a sociedades para el mercado donde la economía priva sobre los hombres, el valor de cambio sobre el de uso, el trabajo muerto sobre el vivo y las cosas sobre las personas.
6. La Gran Crisis remite a la explotación del trabajo y la desigualdad económica, pero también a la opresión y ninguneo asociados con género, edad, etnia, creencias,elección sexual, apariencia. Es un envilecimiento abarcador, que carcome tanto el orden material como el espiritual y se extiende de la producción económica a la reproducción social, de la jornada laboral al tiempo libre, de la vida pública a la privada, de la vigilia al sueño.
7. La Gran Crisis marca el fin del prometeísmo providencialista: una forma de ser en el tiempo que situó el motor de la historia en el desarrollo presuntamente lineal y ascendente de la potencia productiva. Se trata de un determinismo finalista común al capitalismo y al socialismo que satanizó el pasado, fetichizó el futuro y nos unció al progreso como bueyes a una carreta.
8. La Gran Crisis invalida la presunción de que el porvenir nos depara un mundo de sabiduría total y abundancia ilimitada donde seremos libres, justos, fraternos y felices. Promesa que soslaya evidencias duras: que la ignorancia crece a la par que el conocimiento y el egoísmo cunde también entre los ahítos, mientras que se puede ser sabio con incertidumbres, solidario en la penuria y satisfecho en la austeridad.
9. La Gran Crisis es el acabose de la modernidad y no un tropiezo más en el curso de la modernización. El derrumbe general de un orden desencantado que ve superstición en las experiencias extáticas resultantes de nuestra apropiación intuitiva del cosmos; de un orden racionalista que rinde culto al pensamiento técnico, económico y administrativo de carácter instrumental; de un orden prosaico que subestima el poder de la imaginación y la poesía.
10. La Gran Crisis somos todos. Hay crisis no porque crujen estructuras e instituciones, sino por la acción de sujetos colectivos que asumen el magno descalabro como amenaza y desafío. Hay crisis porque somos capaces de negar y trascender lo que nos niega. Hay crisis porque hay esperanza.
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