LA CUCARACHA INSOMNE

David Aburto

Ya tarde la mañana, trepa por detrás del mueble y alcanza el lado superior izquierdo del esquinero. Desde ahí, aposentada y dominante, otea el entorno y calcula su impulso hacia el comedor: salta, vuela, planea y aterriza con magistral dominio a escasos cuarenta centímetros de su objetivo.
La blátida, del tamaño de una raja mediana y bermeja de chile jalapeño, atisba imperturbable; casi inmóvil, sólo sus antenas delatan el ánimo del insecto… tan perenne como aborrecido.
Observa dirigiendo sus alambres frontales a uno y otro lado; se escurre indagando con movimientos rápidos y acercándose cada vez más al emparedado. Antenas en ristre merodea el cuadrado; se detiene y con sus patas delanteras rastrea y se abre paso entre las dos capas de pan; muerde a diestra y siniestra como quien busca encuevarse en esas paredes internas del sándwich, igual que minero en socavón.
Se arrastra lentamente entre las desdeñadas rebanadas de jamón y queso, en un sándwich asentado a presión para meterlo en el trasto de dos brazos largos con dos tapas, a modo de comal doble, para tostar el pan y fundir el queso.
El emparedado pasivo consiente a la intrusa que se abre paso entre los coágulos de almíbar y fruta rojos, emerge de la melaza y con su pata izquierda primera se limpia los ojos devolviendo trozos de pan y queso en el mero centro del bocadillo; camina, aletea y araña; mordisquea todo a su paso para avanzar con prontitud en medio de esas dos tapias.
De pronto la omnívora apresura sus pasos y alcanza a su presa: la mosca arrinconada, atrapada entre la mayonesa y la mermelada ha dejado de aletear; la alimaña se da el banquete.
Satisfecha, la cucaracha, estoica, bosteza y duerme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Entrevista Rojo-Amate I/II

Entrevista Rojo-Amate II/II

Lo más visitado